Ante lo estruendoso de los ruidos este pasado sábado decidimos subir para ver qué es lo que pasaba. Después de llamar al timbre y esperar unos segundos (interminables) hasta que nos abrieron, pudimos comprobar que unas 7 u 8 personas habitaban la madriguera en ese momento. «Están haciendo unpoco de ruido ¿no?», dijimos. Palabras inconexsas, hijos, tontos, tensión…dos interlocutores jóvenes emanaron de la multitud y el diálogo fue cordial y fluido, aunque no falto de requiebros en las palabras y disonante en la entonación. Conclusión: el ruido se ha aminorado enormemente y parece que las aguas vuelven a sus cauces.
Por fin…esto ya es otra cosa